La sabiduría popular ha llevado a los habitantes de los campos a buscar soluciones accesibles a los problemas de salud que se presentan con mayor frecuencia. La costumbre o necesidad del uso de hierbas, raíces, infusiones, etc. se hace presente en la historia de la civilización y de hecho es el inicio de la medicina.
Muchas de las medicinas usadas hoy día son producidas utilizando estos alimentos. Estas tradiciones han servido como base para investigaciones científicas que ha culminado con la implementación de formulas tradicionales como medicamentos o drogas hoy ofrecidas en el mercado por compañías de alta reputación.
Los Herbarios eran manuales, elaborados por los coleccionistas, de los componentes simples o individuales de las distintas medicinas o "compuestos", como se le denominaba a estas mezclas y son la descripción de las plantas y sus usos medicinales.
Después de la segunda guerra mundial y con el desarrollo de la química, la bioquímica y la tecnología para producir medicamentos en la industria, fue quedando atrás la curación de las enfermedades a través de las plantas medicinales, de forma tal que los médicos desconocen acerca de las diferentes especies que la naturaleza nos brinda en el maravilloso mundo vegetal para mitigar dolores y sufrimientos de sus pacientes.
Ya en la segunda mitad del siglo XX y tras conocer los inconvenientes de la Talidomida, se comienza a investigar sobre productos naturales con los mismos medios que relegaron la fitoterapia a un segundo plano, se hace resurgir apoyada en la biotecnología a través del método científico y apoyados en la teoría del conocimiento en cuanto a selección de la planta o parte de ella útil en determinada enfermedad o síntoma, su recolección, conservación, secado y envase y hasta en la forma en que saldrá al mercado farmacéutico y hablamos entonces de Fitomedicina, donde se hace el estudio farmacológico fármacognóstico, fenológico y genotoxico de la planta a utilizar, estableciendo así diferencias con el uso empírico que se hacía de las plantas en el pueblo denominado fitoterapia y que aun a pesar del desarrollo tecnológico sobre el uso de plantas medicinales, sigue vigente.
En 1987, la 40 Asamblea mundial de la Salud, reafirmo las principales resoluciones y las recomendaciones formuladas en 1978 en la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, instando a la identificación, cultivo y uso de plantas medicinales.
Bajo los auspicios de la Organización Mundial de la Salud, se creó en 1975 el Programa de Promoción y Desarrollo de las Medicinas Tradicionales, miles de investigadores se lanzaron al rescate de las medicinas autóctonas (Farnsworth R y cols, 1985).
La OMS ha estimado que cerca del 80 % de la población mundial, recurre a la medicina tradicional herbolaria, la aplicación actual y creciente de la fitoterapia está dada, por su uso, aceptación y mejor tolerancia con relación a medicamentos sintéticos pues los productos naturales provienen de fuentes renovables y disponibles, siendo su procesamiento para el uso simple y casero en un alto por ciento lo que promueve la extensión de su uso.
Curiosamente, a pesar de estas cifras y datos, la fitoterapia se sigue clasificando dentro de la medicina alternativa y a pesar del resurgimiento que ha tenido aun no ha recuperado su perdido prestigio.
Quizá sea el momento adecuado para reflexionar en lo que dijo Voltaire "la salud es demasiado importante para dejarla solo en manos de los médicos" y comenzar a plantearnos otras alternativas complementarias.